Seguro que últimamente has sentido que la inteligencia artificial está invadiendo el mundo. Desde redactar tus correos electrónicos hasta producir informes en cuestión de segundos, pareciera difícil escapar de su alcance e influencia… y la traducción no es la excepción.
De hecho, nosotros mismos escuchamos y leemos a diario comentarios como: «¿Para qué necesitamos un traductor ahora que la IA puede encargarse de traducir?». Lo anterior es una creencia común con el surgimiento de herramientas generativas como ChatGPT y Google Translate, que se han vuelto populares por tratarse de soluciones rápidas y de bajo costo. Con resultados instantáneos a solo un clic, es fácil pensar que los traductores humanos están en vías de extinción, ¿verdad?
¡Pues no es así! Nada más alejado de la realidad.
Si bien no queda dudas de que la IA ha transformado la forma en que abordamos las tareas lingüísticas, esta tecnología no ha reemplazado, ni reemplazará, la necesidad de involucrar a traductores profesionales, especialmente cuando se trata de precisión, contexto y de los matices culturales. De hecho, en escenarios de alto riesgo, como la documentación jurídica, materiales médicos/científicos o las comunicaciones corporativas, la experiencia humana es más crucial que nunca, ya que confiar únicamente en la IA puede ser arriesgado y, a veces, hasta peligroso.
En Tecnitranslations hemos sido testigos de primera mano de por qué los expertos de carne y hueso somos irremplazables cuando hay mucha presión por lograr el mejor resultado posible. ¿Listos para ver por qué? Veamos…
¿Una «Parte» en el contrato… o una “fiesta”?
Tomemos la palabra «party» en un documento legal en inglés. La IA a menudo la traduce como «fiesta», especialmente en lenguas romances como el español. Pero en contextos legales, «party» se refiere a una persona física o jurídica involucrada en un contrato: es una «parte», no una “celebración”. Imagínense firmar un contrato de un millón de dólares, solo para que una simple traducción errónea de «party» convierta todo el acuerdo en… ¡bueno, no precisamente una celebración! La situación no solo es incómoda; de hecho, puede generar un problema de validez de una cláusula importante del contrato en los tribunales, toda una pesadilla. No se trata solo de un error; se convierte en un desastre que genera responsabilidades.
Cuando el contexto es de lo más importante
En un proyecto que involucraba informes financieros, una herramienta de IA tradujo el término inglés «equity» como «equidad» en español. Si bien «equidad» se refiere a justicia o imparcialidad, en contabilidad, el término correcto es «patrimonio». Este tipo de error puede distorsionar por completo el significado de un balance general y generar confusión en los grupos de interés o en los entes reguladores. Solo un traductor profesional con experiencia en contenidos financieros reconocería el matiz de este término y seleccionaría el término preciso según el contexto, no por una mera similitud de las palabras.
En otro caso, una traducción médica incluyó la palabra «discharge». La herramienta de IA la tradujo como «descarga», perdiendo el significado que se buscaba: el alta del paciente del hospital (o «alta médica» en español). En el ámbito de la salud, estos errores pueden llevar a una falta de comunicación entre los proveedores de atención médica y potencialmente afectar la atención al paciente.
A la IA le falta calle
La IA generativa no tiene inteligencia emocional. Tampoco logra entender el trasfondo, el tono cultural o el impacto de la elección de ciertas palabras. Y cuando se trata de traducir frases idiomáticas, producto de complejas interacciones sociales y evoluciones del idioma que la IA solo conoce superficialmente, el resultado que genera pierde naturalidad y emoción. Traducir un texto de mercadeo que juega con modismos, humor o referencias culturales requiere no solo fluidez lingüística, sino también creatividad y conciencia cultural. ¡De eso se trata precisamente la transcreación!
Imagina traducir la frase en inglés «Let’s seal the deal» a otro idioma. La IA podría generar una traducción directa que suene robótica o, peor aún, inapropiada, porque no reconoce el significado idiomático. Un traductor humano podría optar por una frase como «¡Amarremos este negocio!» o «¡Cerremos este acuerdo de una vez!», capturando la intención y el tono correctos para el público latinoamericano.
Lo mejor de ambos mundos: Humanidad + IA
En Tecnitranslations, adoptamos la IA y nos parece lo máximo, pero no confiamos en ella ciegamente. Si se usan con sensatez, estas herramientas pueden acelerar los flujos de trabajo, sugerir terminología y ayudar con la coherencia. Pero cada traducción debe revisarse, editarse y aprobarse por traductores profesionales que comprendan el tema, la cultura y las consecuencias de mal interpretar algún término o frase. La IA es una herramienta extremadamente útil, pero los traductores humanos somos quienes tomamos las decisiones finales.
En conclusión
Las traducciones generadas por computadora pueden funcionar para usos cotidianos. Pero cuando se trata de documentos jurídicos, materiales médicos/científicos, informes financieros y comunicaciones de marca, por ejemplo, la experiencia humana que conecta, entiende e interpreta las sutilezas del lenguaje propias de cada cultura no puede sustituirse. Hemos visto de primera mano cómo los recursos de traducción automática pueden fallar, y cómo un traductor experto puede marcar la diferencia.
Así que, cuando las palabras importan, y siempre lo hacen, recuerda siempre confiar en la experiencia y el valor que puede aportar un traductor profesional.
El alma de la traducción en la era de la IA: El toque humano del traductor profesional.
Seguro que últimamente has sentido que la inteligencia artificial está invadiendo el mundo. Desde redactar tus correos electrónicos hasta producir informes en cuestión de segundos, pareciera difícil escapar de su alcance e influencia… y la traducción no es la excepción.
De hecho, nosotros mismos escuchamos y leemos a diario comentarios como: «¿Para qué necesitamos un traductor ahora que la IA puede encargarse de traducir?». Lo anterior es una creencia común con el surgimiento de herramientas generativas como ChatGPT y Google Translate, que se han vuelto populares por tratarse de soluciones rápidas y de bajo costo. Con resultados instantáneos a solo un clic, es fácil pensar que los traductores humanos están en vías de extinción, ¿verdad?
¡Pues no es así! Nada más alejado de la realidad.
Si bien no queda dudas de que la IA ha transformado la forma en que abordamos las tareas lingüísticas, esta tecnología no ha reemplazado, ni reemplazará, la necesidad de involucrar a traductores profesionales, especialmente cuando se trata de precisión, contexto y de los matices culturales. De hecho, en escenarios de alto riesgo, como la documentación jurídica, materiales médicos/científicos o las comunicaciones corporativas, la experiencia humana es más crucial que nunca, ya que confiar únicamente en la IA puede ser arriesgado y, a veces, hasta peligroso.
En Tecnitranslations hemos sido testigos de primera mano de por qué los expertos de carne y hueso somos irremplazables cuando hay mucha presión por lograr el mejor resultado posible. ¿Listos para ver por qué? Veamos…
Tomemos la palabra «party» en un documento legal en inglés. La IA a menudo la traduce como «fiesta», especialmente en lenguas romances como el español. Pero en contextos legales, «party» se refiere a una persona física o jurídica involucrada en un contrato: es una «parte», no una “celebración”. Imagínense firmar un contrato de un millón de dólares, solo para que una simple traducción errónea de «party» convierta todo el acuerdo en… ¡bueno, no precisamente una celebración! La situación no solo es incómoda; de hecho, puede generar un problema de validez de una cláusula importante del contrato en los tribunales, toda una pesadilla. No se trata solo de un error; se convierte en un desastre que genera responsabilidades.
En un proyecto que involucraba informes financieros, una herramienta de IA tradujo el término inglés «equity» como «equidad» en español. Si bien «equidad» se refiere a justicia o imparcialidad, en contabilidad, el término correcto es «patrimonio». Este tipo de error puede distorsionar por completo el significado de un balance general y generar confusión en los grupos de interés o en los entes reguladores. Solo un traductor profesional con experiencia en contenidos financieros reconocería el matiz de este término y seleccionaría el término preciso según el contexto, no por una mera similitud de las palabras.
En otro caso, una traducción médica incluyó la palabra «discharge». La herramienta de IA la tradujo como «descarga», perdiendo el significado que se buscaba: el alta del paciente del hospital (o «alta médica» en español). En el ámbito de la salud, estos errores pueden llevar a una falta de comunicación entre los proveedores de atención médica y potencialmente afectar la atención al paciente.
La IA generativa no tiene inteligencia emocional. Tampoco logra entender el trasfondo, el tono cultural o el impacto de la elección de ciertas palabras. Y cuando se trata de traducir frases idiomáticas, producto de complejas interacciones sociales y evoluciones del idioma que la IA solo conoce superficialmente, el resultado que genera pierde naturalidad y emoción. Traducir un texto de mercadeo que juega con modismos, humor o referencias culturales requiere no solo fluidez lingüística, sino también creatividad y conciencia cultural. ¡De eso se trata precisamente la transcreación!
Imagina traducir la frase en inglés «Let’s seal the deal» a otro idioma. La IA podría generar una traducción directa que suene robótica o, peor aún, inapropiada, porque no reconoce el significado idiomático. Un traductor humano podría optar por una frase como «¡Amarremos este negocio!» o «¡Cerremos este acuerdo de una vez!», capturando la intención y el tono correctos para el público latinoamericano.
En Tecnitranslations, adoptamos la IA y nos parece lo máximo, pero no confiamos en ella ciegamente. Si se usan con sensatez, estas herramientas pueden acelerar los flujos de trabajo, sugerir terminología y ayudar con la coherencia. Pero cada traducción debe revisarse, editarse y aprobarse por traductores profesionales que comprendan el tema, la cultura y las consecuencias de mal interpretar algún término o frase. La IA es una herramienta extremadamente útil, pero los traductores humanos somos quienes tomamos las decisiones finales.
Las traducciones generadas por computadora pueden funcionar para usos cotidianos. Pero cuando se trata de documentos jurídicos, materiales médicos/científicos, informes financieros y comunicaciones de marca, por ejemplo, la experiencia humana que conecta, entiende e interpreta las sutilezas del lenguaje propias de cada cultura no puede sustituirse. Hemos visto de primera mano cómo los recursos de traducción automática pueden fallar, y cómo un traductor experto puede marcar la diferencia.
Así que, cuando las palabras importan, y siempre lo hacen, recuerda siempre confiar en la experiencia y el valor que puede aportar un traductor profesional.